Micelio
- Julio Gómez Trens
- 24 ago 2023
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 28 ago 2023
En el Bosque… No hay otros
Aquellos días un grupo de humanos fueron los que se reunieron en el Bosque ¿Quién habrá planeado todo esto? ¿De dónde provienen las ideas que nos detonan en revuelos? A primeras las respuestas aparecen con nombre y apellido en el sitio web de la organización, pero si algo quedó claro aquellos días fue, que las más de las veces lo esencial va más allá de lo evidente.
Si el Bosque es vida, la vida es Bosque y en el Bosque… no hay otros.
Llegado el día la mínima lluvia y los caminos pantanosos; el orden oculto que debe ser develado para que algo nuevo ocupe su lugar. Que van a dar charlas, dicen, unos científicos sobre el Micelio y las Micorrizas, que todos al parecer vimos el mismo documental de Paul Stamets, cada uno por sus razones y a sus tiempos (me pregunto si también habrán llorado), que resulta vital informar al humano que el hongo no es sólo el hongo que ves sino el hongo que existe, que el champiñoncito es nada más la fruta, por decir, la manzana de una extraño árbol subterráneo en forma de telita que tiene más que ver con la animalia que con el plantae eso, y dos que tres datos técnicos de sobremesa para aflojar el hemisferio izquierdo porque en la comida hay música y ahí hay que estar atento acuérdate, hoy vienes de técnico de sonido.

A todo esto el Bosque ¿Qué habrá estado pensando el Bosque entonces?
El bosque seguro se sabe a los humanos de memoria, de tanto verlos, de tanto oírlos, de tanto serlos; lo primero, claro, era hablarles en su idioma, invitarlos a su juego, el que ellos inventaron para hacerse la experiencia un poquito más tangible, un tantito más llevadera en las razones cotidianas de la matrix. Aún así entre la crudeza de los protocolos de investigación; se le reblandece al humano alguna fibra de escuchar decirse que hasta el árbol siente y conoce tanto más al otro árbol de ser íntimos sin manos, de ser confidentes sin oídos ¿Quién nos habla y quién nos oye entonces cuando hablamos? Si el Bosque vida y la vida Bosque entonces en el Bosque… no hay otros.

Mucho se habló de curar; de curar el suelo, de curar la tierra, de curarse uno.
Tiene sentido, así de primeras sin hacerle estudios de PH, que el Micelio nos junte para hablar de curación; podíamos decir que los humanos llevamos rato enfermos, quizá bien porque parte de nuestro quehacer de humanos es precisamente ese; curarnos de nosotros mismos, de lo que parecemos para dejar florecer lo que realmente somos. Mucho pensamos que sabemos pero si observamos, el humano ha sido apenas un instante comparado con todo lo demás del bosque, de la vida, quizá … nos esté llegando el tiempo de entendernos, de reconocernos y de asimilarnos, de dejar de ocultar la herida y aprender a agradecerle, a sacarle brillo y robustecerla como hace el árbol ¿Qué te dirías si llevaras mil vidas, si fueras tan viejo como el tejido que teje el bosque? ¿Cuanto más no te abrazarías por entender que así tenía que ser? Para que pudieras ser exactamente, este par de ojos que ahora leen.


En eso que hablaban de sanar preguntó uno por el alma, lo recuerdo, que dijo que por ser de ciencia en sus estudios no podía caber la conciencia sin embargo, henos ahí preguntando de bata blanca a bata blanca por lo único que no miden los análisis de orina. Al que hablaba le azotó el rubor como si Hipócrates fuese aparecérsele y cortar los fondos de investigación —Tengo prohibido hablar de eso— sin embargo, como diría él mismo momentos antes; el Micelio es en las fibras de la tierra lo que la red de conciencia entre las fibras de la realidad; ahí había uno más, sin ser otro, solamente mirando en un ángulo distinto, para decir que eso sí se podía saber y bien decir que le habían dicho; el Alma es la parte del Espíritu que viaja entre las vidas… o algo así con sus palabras.
En tanto hablaron largo algunos sobre el arte, que es otra etapa de curarse, de encontrarse, de cultivarse — A la tierra sólo puedes ofrendarle eso que viene de tu creatividad— Diría ese que viajó para traernos historias que ayuden a entender el gran total. De cultivar se habló también, la misma cosa, el mismo hongo en circunstancias diferentes pero con el mismo principio ¿Qué te dice entonces, corazón, que no somos los humanos solamente eso que está cultivando el ser que se parece a todo?


Dijeron una noche los humanos: “Ahora sé que no soy nada corazón… más que cariño.”
A medida que iban ardiendo los fuegos y pasando las horas, a estos ojos se les iba clareando la razón: No soy nada… corazón… somos todo, no te tengo que hablar para saberte, ni saberte así nomás para sentirte; la bendición es que no recuerdes que estos ojos fueron tuyos, que estas manos tu las compusiste, en cada vuelta una mirada otra vez, de nuevo, siempre la primera con otro nombre, con otra cara y la extraña sensación de ya saberse en el silencio; afuera no existe, todo es un inmenso adentro compartido que se dibuja en formas y colores. Ven toma mi mano, soy yo quien te escucha cuando hablas, soy yo la palabra que pronuncias; aquí no hay nadie, el bosque es todo y en el bosque… no hay otros.

Imaginé este universo entero sólo para verte sonreír
Gracias por venir
Gracias por estar
Recordar todo una vez más
Y volvernos a encontrar
Esos días en la sierra fueron un ejemplo, me parece, de lo que nos está proponiendo la tierra; que nos demos cuenta que somos más como una red, un micelio antropomorfizado al que nada le es ajeno: yo un tú - tú un yo, aquí no hay otros, eso que ves-lo que eres acuérdate, que afuera es acorde a ti.
Tagor D’Ju
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